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Nació como la primera casa de empanadas de la ciudad y hoy es una pizzería icónica

“Nacimos cuando la ciudad tenía tranvía y la iluminación de las calles comenzaba a ser eléctrica. La inmigración fluía de todo el mundo, crecimos junto al país”, dicen desde La Americana...

“Nacimos cuando la ciudad tenía tranvía y la iluminación de las calles comenzaba a ser eléctrica. La inmigración fluía de todo el mundo, crecimos junto al país”, dicen desde La Americana, ese local que se fundó 90 años atrás a una cuadra del Congreso con insignia propia: ser la primera casa de empanadas de Buenos Aires. Hoy, en esa misma intersección de Callao y Bartolomé Mitre, el salón bullicioso continúa en pie, todos los días, desde las 7 de la mañana. Ya desde la puerta, la figura de un chef simpático y regordete da la bienvenida a los comensales: se trata de una creación del antiguo dueño del lugar que hoy es sello de identidad de la pizzería. No son pocos los que se fotografían con el muñeco antes de ingresar.

Fiel a su espíritu original, La Americana se autoproclama “la reina de la empanada” y ofrece variedades para todos los gustos: criollas de carne suave, incluso salteñas, más picantes; de choclo, pollo y verdura. “Nosotros hacemos la masa, picamos la carne, todo nuestro”, explican en el lugar. En su amplia variedad compiten con la pizza de muzzarella, la napolitana (que se destaca por un toque de provenzal y queso rallado), la fugazzeta con queso y una muy lograda fainá. Un dato no menor y muy valorado por la clientela: todas las pizzas son al molde y bien abundantes, teniendo en cuenta que cada unidad lleva más de medio kilo de muzzarella.

Así, en plena jornada laboral, pero también en las noches que ya asoman cálidas, el salón vibra de gente que viene y que va: algunos clientes eligen sentarse a la mesa y otros lo hacen en la barra, para comer al paso. Las bandejas circulan con velocidad y abundancia. Todo es dinámico y el servicio es ágil, en manos de un personal fiel: “Muchos empiezan a los 18 años, trabajan con nosotros toda su vida y se jubilan en este lugar. También se incorporan sus hermanos, sus hijos y hasta sus nietos”, detalla Alejandro González, dueño actual e hijo de Arturo González, quien adquirió este negocio en 1960. “Todo queda en familia”, dice Alejandro.

Lo cierto es que La Americana sigue intacta en su local original de 1935. Desde entonces, atravesó expansiones: duplicó su superficie (cuando abrieron, el restaurante ocupaba solo la parte donde hoy se dispone el mostrador); dejó de vender solo empanadas acompañadas de mate cocido y jarras de vino para incorporar la pizza casera, y sumó tres sucursales, todas céntricas y en la zona de su sede fundacional. Así se consolidó este clásico porteño que recibió la distinción de pizzería emblemática de la ciudad.

-Alejandro, ¿quién fundó este lugar en 1935?

–Este local lo empezó la familia Ghioto, querían abrir un negocio y se les ocurrió fundar la primera casa de empanadas de Argentina. Arrancó como una casa de venta de empanadas, mate cocido y jarras de vino, solamente eso se servía en sus inicios.

–¿Ya se llamaba así? ¿Por qué ese nombre si daba comida porteña?

–Sí, desde que abre se llama La Americana. Le ponen así porque servían comida de la Argentina, que para los europeos era la América, así le decían. Como solo vendían empanadas lo llaman así al local, por su comida americana.

–¿En qué momento se hace pizzería?

–En los años 60, la actual sociedad a la que pertenecemos nosotros compra el fondo de comercio a la familia Ghioto y ahí nos ponemos a vender pizza. El mercado había evolucionado y necesitábamos agrandar la oferta para los clientes, nos pareció que empanadas y pizza era un buen maridaje.

–¿Cuándo entra tu padre en el negocio?

–En 1960, mi tío abuelo gerenciaba el local, y en el ‘65 mi padre, Arturo González, entra como socio gerente y mantiene el liderazgo de la sociedad hasta 2007.

–¿Qué tan presente estaba tu papá en el local?

–Estaba presente todos los días en el local. Le encantaba. La Americana era su otro hogar. A mi papá le gustaba todo del negocio, absolutamente todo. Incluso desarrollar productos. Cuando nosotros incorporamos la parte de cafetería allá por los noventa, él se puso a desarrollar las medialunas sin ser pastelero, a prueba y error. También le gustaba hacer todo lo que es albañilería, decoración del local.

–¿Vos desde cuándo estás?

–Venía siempre de chiquito, con mi papá y mis hermanos, trabajaba acá, hasta que en los ‘90 me fui a trabajar a otra cadena de pizzerías. Cuando mi padre se quiso retirar, volví a La Americana. Regresé con ideas renovadas y eso hizo que abriéramos sucursales y empezáramos a crecer.

–¿En total tienen cuatro sedes?

–Sí, la de Callao 83 es la original, la casa central. La primera sucursal la abrimos en Corrientes y Uruguay (2010). En la esquina de Rivadavia y Jujuy la segunda (2013), y la tercera en Pueyrredón y Sarmiento (2021).

–¿Por qué eligieron todas ubicaciones céntricas? Balvanera, San Nicolás, Once...

–Queríamos estar en Corrientes, la avenida de la pizza. También pensamos que nuestra propuesta podía funcionar en Plaza Once y en la parte comercial del barrio. La cercanía entre los locales nos pareció un factor positivo, algo que los hace más gobernables.

–Y el muñeco que está en todas las sedes, ¿de dónde salió?

–Ese muñeco es emblemático, la gente se acerca, se saca fotos... Fue una creación de mi padre. No hubo diseñadores, publicistas ni productores de televisión, nada, fue todo obra de mi papá, con su imaginación y su gusto.

–¿Qué tipo de público convocan?

–Quienes más nos visitan son los clientes de 40 años para arriba. Entre las pizzerías clásicas, somos de las que tienen los precios más convenientes.

–¿Cuánto llegan a vender por día?

–En este local de Callao 83, de lunes a jueves salen 400 pizzas y 700 empanadas por día; los fines de semana, 700 pizzas y 1000 empanadas diarias. Otro producto que tiene mucha salida es la torta de ricota.

–¿Cómo se transforman en un ícono?

–Con el correr de los años este lugar se vuelve un clásico de pizzas y empanadas: no podés pasar por Buenos Aires sin comer acá. No podes irte sin probar una empanada de La Americana o una porción de pizza de parado.

–¿A qué se debe el reconocimiento de “pizzería emblemática” que recibieron?

–Nos dieron la distinción por la antigüedad de nuestra pizzería y la calidad que mantuvimos todos estos años. No cambiamos eso, ni el servicio. Lo otorga la Cámara de Pizzerías en conjunto con el Gobierno de la Ciudad.

–¿Por qué siguen vigentes después de 90 años?

–Por el respeto al cliente. Le damos siempre la misma calidad, el mismo sabor, buena atención, buenos locales, limpios y arreglados. Nosotros hacemos todo casero, no compramos nada elaborado. Hacemos la masa, los rellenos, los condimentos.

–¿Siempre se sirvieron los mismos sabores de empanadas?

–Al principio eran solo de carne. En los ‘50 se sumaron las de pollo; en los ‘70, las de jamón y queso; en los ‘80, las de humita y verdura; en los ‘90, roquefort.

–¿Famosos que los visitaron?

–Vinieron políticos de todas las banderas. Al estar tan cerca del Congreso, nos visitan muchos funcionarios. Vinieron presidentes: Menem, De la Rúa, Alfonsín, aunque no durante sus mandatos. Y a nuestra sede de la avenida Corrientes, van muchos actores.

–¿Cómo es el futuro de La Americana?

–Continuar como estamos, no es un momento del país para crecer, pero sí para mantenerse y seguir adelante. Preservando la calidad y el sabor.

–¿Qué hay que pedir?

–Te tenés que pedir una empanada de carne y una de hojaldre de atún. Una porción de muzzarella y una de fugazzeta. Con eso, te vas a ir contento.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/sabado/nacio-como-la-primera-casa-de-empanadas-de-la-ciudad-y-hoy-es-una-pizzeria-iconica-nid07112025/

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