The Black Crowes volvió a la argentino. Foto: Maximiliano Luna. Tuvieron que pasar 27 años, una pelea entre los hermanos dueños de la banda que provocó la ruptura y un regreso con gloria a las fuentes, hasta que The Black Crowes volviera a pisar suelo argentino para recordarle a los fans locales lo excitante que puede ser el rock and roll interpretado visceralmente y sin rodeos, tal como ocurrió la noche del jueves en el porteño estadio Luna Park. Todo ese periplo desde aquel breve set de 1996 en Ferro pareció tener su feliz epílogo en el abrazo cómplice entre el cantante Chris Robinson y su hermano menor, el guitarrista Rick, sobre el final de «Jealous Again», segundo tema de la noche, quienes en pocos minutos transcurridos en el «Palacio de los Deportes», ya daban sobradas pruebas de que la sociedad goza de buena salud. Foto: Maximiliano Luna. La excusa de esta gira, que también hizo escala en Brasil y Chile, y prevé la participación en el Vive Latino mexicano, fueron los 30 años de «Shake Your Money Maker», el disco debut del grupo oriundo de Atlanta que revivió el estilo de rock and roll visceral y adrenalítico de finales de los `60 y primera mitad de los `70, con Los Faces y Los Rolling Stones de «Exile on Main Street», como referencias visibles.Para el tramo final, el clima ganó en intensidad con la balada rockera de tintes épicos «Wiser Time», que repartió solos de piano y de guitarras que le agregaron dramatismo Y ahí estaban de nuevo los hermanos que supieron sacarse chispas en el pasado, asociados para hacer honor al título del disco celebrado: volver a poner en escena aquello que los catapultó cuando las modas musicales de la época comenzaban su viaje del glam metal de pelos batidos hacia el nihilismo del grunge.The Black Crowes regaló una hora y media de un poderosísimo rock, nacido en las orillas del Misisipi, pero que dio la vuelta al mundo, fue releído por los británicos y regresó a su país de origen. Pues no basta con decir que el grupo solo hizo alarde de un rock caracterizado por el desparpajo, porque hubo también resquicios de bluegrass -con los slides-, boogie, soul, gospel, hard rock y algunos estilos más, detrás del camuflaje despreocupado y celebratorio de la banda. Foto: Maximiliano Luna. Sostenido por Chris, un maravilloso frontman y soberbio cantante; y la contundente sabiduría de la guitarra de Rich, la banda alcanza niveles de excelencia en esta nueva etapa a partir de la incorporación del argentino Nico Bereciartúa, un gran protagonista en esta formación con sus exquisitos y eficientes solos. El bloque rítmico del bajo del histórico Sven Pipien y el baterista Brian Griffin fue la base perfecta para que el resto del grupo brillara; mientras que el tecladista Erik Deutsch fue ganando espacio con el correr del show, con una versatilidad que le permitía con igual maestría aporrear el piano con pasión …