Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región. Medios corporativos, ideología e información Por Oscar González* Apropiarse de la naturaleza y planificar el curso de la historia humana a nivel planetario —afirma Heidegger— son dos componentes esenciales de la imagen del mundo que, en la modernidad, se convierten a la vez en paradigmas y fuentes generadoras de los valores éticos. Los medios con principios éticos defienden a la ciudadanía de los gobiernos opresores… ¿y quién defiende a los ciudadanos de los medios opresores? ¿Qué hacer cuando la corrupción campea y el dinero mal habido manda? En general los medios privados siguen siendo más poderosos que los públicos. ¿Cómo contener a los medios corruptos en un sistema capitalista, aún cuando ahora se trate prácticamente en todo el mundo de un capitalismo de Estado? Ética y verdad, a mi juicio, pueden tomarse como equivalentes. Lo falso, lo erróneo, lo no verdadero sería lo no ético. La Ética es verdad, en todos los dominios de la conducta humana. Cuando hablamos de ética y verdad en los medios, como en cualquier otro campo de la conducta humana, debemos tener presente que ello está implicando una visión de mundo en su totalidad; más precisamente, los valores éticos expresados en una determinada actividad tienen que ser referidos a una visión totalizadora, a una imagen totalizadora que en la época moderna no puede sino reflejar el modo en que, en esta etapa de su historia, el hombre se ve a sí mismo como individuo y como parte de su comunidad. Esto significa, por lo pronto, que en nuestros días nada ni nadie puede sustraerse a eso que llamamos modernidad o inclusive posmodernidad. Y en el centro de esta visión es la ciencia y la técnica, como investigación y como empresa, lo que en su despliegue y progresiva mundialización viene a caracterizar y a permear todos los ámbitos de la vida moderna. Pero este fenómeno, al que hoy llamamos globalidad, sigue unas pautas y obedece a un desarrollo hegemónico que, sobre todo en el campo de la informática y de las comunicaciones, se ejerce a través de grandes corporaciones concentradoras de poder económico y político. Así, enfrentados a esas poderosas dinámicas globalizadoras de la modernidad, que en sí mismas representan una visión o imagen del mundo esencialmente científica y tecnológica, sería absurdo pretender que los valores éticos que ellas implican pueden ser sustancialmente alterados en los eslabones intermedios o periféricos de esta cadena. La ética de los poderes hegemónicos en la época moderna, originalmente constituidos y consolidados en las culturas occidentales y después irradiados a todo el mundo en los últimos dos siglos, no es tanto la que se deriva de una visión cientificista del mundo cuanto que es esta misma —manifestada como ciencia y como técnica— la que da origen y sentido a la ética predominante y hegemónica en nuestros días. Apropiarse de la naturaleza y planificar el curso de la historia humana a nivel planetario —afirma Heidegger— son dos componentes esenciales de la imagen del mundo que, en la modernidad, se convierten a la vez en paradigmas y fuentes generadoras de los valores éticos. La ética, como la estética o la lógica —antiguas categorías del pensamiento filosófico occidental— vienen a resultar en nuestros días las puertas de acceso a un escenario donde ciencia y técnica y sus correlatos ineludibles, empresa y mercado, han desplegado sus poderes hegemónicos a nivel mundial. Frente a estas realidades —virtuales en tanto que imagen del mundo que …