Gobierno por decreto: zonas francas El 23 de mayo, como poder único del Estado con la facultad de expedir decretos ley, Guillermo Lasso firmó el Decreto Ley para la Atracción y Fomento de Inversiones para el Desarrollo Productivo, legalizando la participación de la empresa privada transnacional en las Zonas Especiales de Desarrollo Económico -ZEDE-. En las propias palabras de Lasso, la intención de esta reforma contempla “que se reduzcan los costos de producción”. El poder ejecutivo, encontrándose en un momento histórico de acumulación brutal de capital político y económico, aprovecha este momento de poder único para implementar su soñado Plan de Gobierno presentado en las elecciones de 2021. El primer decreto ley, imponiendo la reforma tributaria que incrementa el impuesto al consumo por medio del IVA y el impuesto a la renta, fue firmada un día después de la declaración de la muerte cruzada, el 17 de mayo. El segundo paso consiste en la creación de territorios económicos especiales, que poco o nada contribuyen a la industria nacional, además de permitir la flexibilización absoluta de leyes y la supresión de derechos laborales. En términos económicos, las zonas francas son enclaves productivos que generan un mínimo de valor agregado. Entonces, el objetivo de estas zonas consiste en reducir el salario de la fuerza de trabajo, al mismo tiempo de incrementar la jornada de trabajo y darle prácticamente nulas condiciones dignas a lxs trabajadorxs. Se establecen condiciones laborales por contrato, sin pago de aportes a seguro y fondo de pensiones, buscando la explotación al máximo nivel posible. Los ejemplos de Colombia, Vietnam o México, países que implementan este tipo de zonas especiales de producción, demuestran que las zonas francas se limitan meramente al ensamblaje y la maquila, representando el último de los pasos en la cadena de producción, tercerizando incluso en partes, para reducir los costos de producción, retomando las palabras de Lasso. En países como Cuba, existen estas zonas para la producción interna, con la posibilidad de una asociación mixta público-privada o pública en su totalidad, ya que en territorio se prohíbe la intervención de la empresa privada o extranjera. Sin embargo lejos de producir para el consumo o la industria nacional –como en Cuba-, este tipo de enclaves se dedican a ofrecer únicamente una superexplotación de la fuerza de trabajo. Indudablemente con las zonas francas, que antes solo podían ser de operación pública y ahora se establecen como mixtas o privadas, un peso adicional recaerá sobre la clase trabajadora, empujada a trabajar en las nuevas maquilas transnacionales ante la falta absoluta de trabajo con las condiciones plenas. Este proceso generará un ciclo de pauperización y precarización de las condiciones laborales sin precedentes en la historia del Ecuador. Una característica adicional de las zonas francas, sobre todo en territorio mexicano, incluye un aumento de los índices de violencia locales que es el propio producto de la instalación de este tipo de industrias, como en Ciudad Juárez o Tijuana, en donde se multiplicaron los homicidios y feminicidios. En términos geopolíticos, Lasso está cumpliendo con su parte del trato con el imperialismo yanqui, favoreciendo la instalación de maquilas de la industria estadounidense, a la cual le es imposible competir con el imperio comercial chino. En 2022, frente a la profundización de la guerra comercial entre EE.UU. y China, los fondos comprometidos para la instalación de alrededor de 600 fábricas en territorio chino de capital estadounidense, fueron congelados para ser direccionados a países satélites afines a los intereses yanquis. En este contexto, el acercamiento imperialista a Ecuador se da por intereses políticos, que indudablemente vienen acompañados de un imperialismo comercial y económico. …

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