Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de NODAL. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región. El imperio mediático y la pandemia de la mentira María Fernanda Barreto* El monopolio, como característica del capitalismo, tiene una de sus máximas expresiones en la concentración actual de la propiedad de las corporaciones mediáticas y la consecuente unificación de su línea editorial. La visión distorsionada de la realidad difundida cada vez más masivamente como única y verdadera, ha logrado convertir a la mayor parte de la humanidad en férrea defensora del supuesto derecho de quienes representan cerca del uno por ciento de la población mundial, a explotarle, oprimirle, masacrarle y hasta a depredar el ecosistema, a pesar de que ello esté condenándonos a la extinción. Como agravante, no solamente se ha hiper concentrado la propiedad de los llamados “medios de comunicación de masas” en los países occidentales, si no que además, las principales corporaciones mediáticas se han convertido en empresas trasnacionales que poco a poco han ido copando el mercado mundial al tiempo que devoran medianas y grandes empresas de los países subordinados, imponiendo contenidos que llegan a los territorios más remotos. En reiteradas ocasiones hemos referido a estos monopolios como “carteles” porque su inmenso poder político que es poco cuestionado, está alineado a los intereses imperialistas y se han organizado eficientemente contra los intereses populares, operando cada vez más criminalmente, como armas de guerra. Esto sumado a la mencionada concentración de la propiedad en permanente crecimiento, los convierte en organizaciones mafiosas que, como agravante, suelen ser parte de conglomerados empresariales en los que se incluyen empresas bancarias, constructoras, minero energéticas e incluso, contratistas militares y de seguridad privadas, es decir, actividades económicas directa o indirectamente relacionadas con la guerra y el narcotráfico. Su poderío ha aumentado con la masificación de los dispositivos a través de los cuáles logran crear la ilusión de la libertad de comunicación, mientras esparcen mentiras y manipulan la opinión pública con operaciones psicológicas que nos permiten afirmar que, si bien la comunicación siempre ha sido parte importante de la guerra, nunca como ahora había sido estudiada y calibrada hasta convertirse en un arma de destrucción masiva, imprescindible en las guerras de nueva generación. Los carteles mediáticos no abandonan los medios tradicionales como la radio que continúa llegando a rincones del planeta donde otras tecnologías aún no llegan, pero su alcance y efectividad se han perfeccionado con las nuevas tecnologías de comunicación e información que han logrado convertir al ciberespacio en un teatro de operaciones de altísimo valor militar. Aunque en el campo de la comunicación de masas, occidente siempre estuvo varios pasos adelante en la llamada “guerra fría”, en las últimas tres décadas, el poder unipolar del imperio capitalista concentrado en los Estados Unidos, expresa groseramente su hegemonía en el control casi absurdo del discurso mediático mundial. Por eso en un artículo anterior, señalamos que es sumamente preocupante cómo la opinión pública mundial está siendo manipulada por esas grandes corporaciones mediáticas, cada vez más masificadas a través de las redes sociales y condicionadas por los algoritmos de una inteligencia artificial que aprende a controlarnos con cada búsqueda en Internet. Los carteles mediáticos al servicio de la OTAN La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), brazo armado del mundo unipolar en crisis, no subestima el uso de estas armas ni mucho menos abandona lo que se podría denominar, como el “cibercampo de operaciones”. El antropólogo mexicano Gilberto López y Rivas, a quién tuvimos la oportunidad de entrevistar hace unos años, estudioso de …