Ecuador 2023: tendencias y retos en una coyuntura crítica Por Miguel Ruiz Acosta* En política nada está escrito en piedra… pero hay tendencias; y es necesario saber leerlas para poder intervenir inteligentemente en las coyunturas. De cara al inminente proceso electoral ecuatoriano, creemos que es necesario considerar algunos puntos de partida indispensables que nos permitan esclarecer cómo se pueden desarrollar los acontecimientos inmediatos. 1. Un momento de indignación generalizada. Si no todos, casi todos los ecuatorianos tienen más de una razón para repudiar al gobierno de turno. Y eso aplica no sólo para los sectores más precarizados del país, sino también para las capas medias empobrecidas por las políticas de Moreno-Lasso, e incluso para no pocos medianos y grandes empresarios que también han visto afectados sus intereses como resultado de un proceso más o menos generalizado de pérdida del poder adquisitivo, así como del incremento exponencial de los niveles de violencia que, en conjunto, se traducen en un repliegue del consumo por insuficiencia de recursos y por el miedo a sucumbir a las redes delincuenciales, tanto para oferentes de bienes y servicios, como para consumidores. Como evidencian algunos datos macroeconómicos, hoy parece ser más rentable y más seguro tener depósitos a plazo fijo que arriesgar plata en una economía real precaria y asediada por la delincuencia. Estas tendencias de la economía explican, al menos en parte, la abrumadora impopularidad del gobierno saliente. Para simplificar, en los días que corren sólo 1 de cada 10 ecuatorianos cree en Lasso; pues, en el mejor de los casos, su proyecto sólo ha beneficiado a una parte muy pequeña de la población, incluso menor al 10% que aún le tiene algún grado de confianza. Es decir, el descontento provocado por Lasso encuentra cuestionamientos y resistencias por parte de la gran mayoría de los ecuatorianos, incluso de los grupos políticos y económicos que lo apoyaron en un primer momento (como los socialcristianos), pero que hoy se sienten excluidos o amenazados por una política ultra elitista que puso en el centro los beneficios no de las clases dominantes en su conjunto, sino casi exclusivamente de una fracción muy reducida (la de Lasso) de dichas clases. Este dato duro nos lleva al siguiente punto. 2. ¿Qué fuerzas políticas tienen las mayores posibilidades de capitalizar la indignación? Esta no es una pregunta sencilla pues, para empezar, la indignación toca a muchas clases sociales, y lo hace por diferentes motivos. Si bien es cierto que el tema de la seguridad podría considerarse como un asunto más o menos transversal, pues hoy las víctimas del crimen no se restringen a unos cuantos estratos, también es verdad que la variedad de agravios no está repartida de forma homogénea por todo el tejido social. No es difícil imaginar que, además del mencionado temor a la delincuencia, las razones que tienen la clase trabajadora o la juventud precarizada del campo y la ciudad para repudiar el gobierno de Lasso, no son exactamente las mismas que las que pueden tener los medianos y grandes empresarios, o los diferentes estratos de las capas medias. En otras palabras, al ser la indignación de diferente naturaleza, no es posible identificar, a priori, a una sola fuerza política que logre canalizar la totalidad de esos malestares dispersos que laten entre las y los ecuatorianos. No obstante, tal vez sí es posible identificar dos grandes polos de salida las políticas lassistas que, para utilizar un lenguaje que no consideramos en absoluto obsoleto, podríamos llamar de derecha y de izquierda. A riesgo de simplificar, podríamos describirlas como sigue. 2.1 Por derecha, la oposición a Lasso se concentra en rechazar …

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