El libro «Todo se une con la noche», de Vanina Colagiovanni, es un ensayo biográfico sobre la poeta, periodista y traductora Juana Bignozzi (1937-2015) que elude la cronología estricta y recurre a la subjetividad de quien escribe -su memoria, registros oníricos o su relación afectiva con el objeto de estudio- para dar cuenta de la personalidad y la obra de una escritora e intelectual avasallante, parte de la generación del 60, que renovó sus votos con la poesía con la nueva generación de los 90, pero también para dar testimonio de cómo se reconstruye una vida en un texto. Publicado por Gog & Magog, «Todo se une con la noche» comienza con un recuerdo de Colagiovanni, una descripción paciente del departamento porteño de calle Sarmiento donde Juana vivió el último tramo de su vida. Colagiovanni aporta datos que obtiene de haber estado ahí, de cartas, mails, postales, fotos y notas personales de la autora, de entrevistas con ella y con sus amigos, de revistas culturales de la época, de sus poemarios ‘hallables’ y de los ahora prácticamente inhallables. Y también ficcionaliza. Busca signos, constelaciones, se pone en los enormes zapatos de Juana, esa poeta grande en muchos sentidos, para contar cuándo empezó a pensar en su legado, una escritora que no contaba con herederos naturales pero que había empezado a pensar desde muy chica su lugar en la poesía. El libro empieza una noche después del 8 de diciembre de 2013, cuando muere Hugo Mariani, marido y compañero de ruta de Bignozzi por más de 40 años: «necesito un albacea -escribe Bignozzi en un poema que cita esta biografía-/ la lucidez nos ha llevado a no tener hijos/ la lucidez de mis padres me llevó/ a no tener hermanos/ o sea a no tener sobrinos/ la ideología de mi marido lo llevó/ a no tener familia».Un hallazgo de esta biografía es la narración de un devenir sin sentencias. Si a Bignozzi se la cita como a «la poeta anarquista y antiperonista», o la «amiga de los jóvenes» en los tantos artículos que se pueden encontrar sobre ella, en este libro no hay esas definiciones, hay la reconstrucción de una vida hecha desde el afecto y el reconocimiento de una obra «que aún hoy no envejece», construida la biografía, tal vez, recuperando las operaciones con que Bignozzi traducía el mundo, la forma en que debatía su militancia en el Partido Comunista que compartió con poetas como Juan Gelman o con que armaba su poesía: tesis y antítesis, diálogo constante con el presente. «A los 70 años escribe un poema llamado ‘De 2 a 5 de la mañana no duermo’ (…) A los 60 se queda despierta hasta las 4 mirando (…) mientras hace cuentas para ver si les alcanza para volver a Buenos Aires. A los 50 se toma la noche para traducir a Marguerite Duras (…) A los 30 está brindando en el primer piso de la librería Galatea, en una presentación a la que fueron todos sus …