Un arma, dólares y una mira para vigilar: qué encontraron en la habitación del hotel donde se escondió el doble femicida
El cuarto 209 del Hotel Berlín, en Gualeguaychú, quedó asegurado minutos después de...
El cuarto 209 del Hotel Berlín, en Gualeguaychú, quedó asegurado minutos después de las 14 de ayer cuando Pablo Laurta fue reducido la recepción del complejo, con su hijo menor de edad a unos pasos. La detención se produjo a las 14.02, según la reconstrucción de la fuerza a partir de los movimientos previos del acusado, que intentaba contratar un vehículo para acercarse a la costa y cruzar a Uruguay en barcaza por un paso ilegal. En esa habitación, los peritos levantaron y rotularon los objetos que hoy constituyen una parte central del caso por el doble femicidio de la expareja y exsuegra del uruguayo.
De acuerdo con la investigación que permitió la captura, Laurta había sido localizado mediante el seguimiento de una línea telefónica con característica uruguaya, cuya intervención solicitada por el fiscal a cargo y con colaboración tecnológica nacional permitió detectar que pedía movilidad y cotizaciones de remises con un único objetivo: alcanzar la ribera para salir del país. Esa secuencia fue la que condujo a Gualeguaychú y, en particular, al Hotel Berlín, cuyo domicilio coincidía con el registrado por celdas telefónicas.
Cuando el hombre salió del cuarto, agentes de civil lo redujeron y pusieron a resguardo de inmediato al niño. El acusado sufrió una descompensación y fue llevado a un hospital, mientras el espacio quedaba preservado hasta la orden de requisa. Esa secuencia habilitó la cadena de custodia: el conjunto de medidas para asegurar que todo lo que se incauta se rotule, embale y documente de modo tal que no admita alteraciones ni dudas sobre su origen, trayectoria y destino en el expediente.
Por la noche, tras la orden judicial, se ingresó a la habitación donde padre e hijo habían pasado la noche. Según el acta de secuestro y la inspección ocular, los investigadores hallaron una pistola Bersa calibre 380 con dos cargadores y municiones, más de cinco teléfonos celulares y varios chips distribuidos entre la cama y una mochila negra, un disco rígido externo embalado para pericia digital, gran cantidad de dinero en efectivo en pesos argentinos y dólares dentro de una valija azul, una mira telescópica que según los investigadores habría sido utilizada para vigilar la casa de las víctimas y un collar de perlas dentro de un estuche. Cada uno de estos elementos fue fotografiado, rotulado y embalado para análisis pericial. El procedimiento incluyó la toma de huellas y rastros biológicos en superficies y objetos.
A partir de lo secuestrado, los investigadores ordenarán estudios de trazabilidad de tickets y comprobantes que puedan anclar horarios, domicilios o compras, el análisis forense de dispositivos electrónicos para extraer búsquedas, comunicaciones y geolocalización, y la pericia de ADN y huellas sobre soportes físicos. Aun sin resultados de laboratorio, la lectura espacio temporal de ese inventario permite anticipar el eje probatorio: conectar el lugar de alojamiento con el momento de la captura y con la logística de desplazamiento previa.
El doble femicidioEl sábado por la mañana, en Córdoba, fueron asesinadas a tiros Luna Giardina, de 26 años, y su madre, Mariel Zamudio, de 54. El acusado es Pablo Rodríguez Laurta, ciudadano uruguayo con antecedentes penales en su país y con denuncias por violencia familiar en Córdoba, la más reciente a comienzos de este año. Tras el doble femicidio, huyó con su hijo, quien mañana cumplirá 6 años.
En paralelo a la causa por los femicidios, la Justicia de Entre Ríos investiga la desaparición del remisero Martín Sebastián Palacios, quien habría trasladado a Laurta desde Concordia hacia Córdoba. El Toyota Corolla blanco de Palacios apareció incendiado y vacío en la zona de las Altas Cumbres. Este rastro, si se lo vincula con documentación, peajes, boletas y teléfonos, completará la cartografía de los movimientos del imputado.
La captura en el Hotel Berlín no fue fortuita. De acuerdo con el ministro de Seguridad cordobés, Juan Pablo Quinteros, los equipos de la Dirección General de Inteligencia Criminal trabajaron bajo instrucciones del fiscal Gerardo Reyes. El seguimiento en parlante abierto de la línea que usaba el acusado, incluso cuando cambió el chip, mantuvo a los investigadores sobre la pista que desembocó en Entre Ríos. La coordinación con el ministro entrerriano Néstor Roncaglia cerró el cerco. La Alerta Sofía se había activado apenas se conoció el hecho.
Antes de esta secuencia, regían restricciones de acercamiento y se había emitido una alerta a Migraciones para que notificara si el hombre ingresaba al país. En un episodio anterior, al entrar a la Argentina había sido detenido con armas y dólares, y el dinero quedó incautado por falta de justificación. Esa vez se fijó la primera orden de restricción. Varones Unidos, el movimiento antifeminista que cofundó en Uruguay para incorporar la perspectiva masculina a las discusiones de género, integra el marco público del acusado y forma parte de su autodefensa discursiva en redes y su sitio web.
Tras la detención, el niño fue puesto a resguardo por personal de la Senaf entrerriana y trasladado a Córdoba, donde se esperaba el traspaso a equipos especializados. Una tía materna que vive en Chile viaja para encontrarse con él. La narrativa de este caso exige una prudencia redoblada: no se publicará su nombre ni información que lo identifique.
Con la detención en flagrancia y el cuarto asegurado hasta la orden de requisa, el expediente sumará actas de secuestro, pericias de laboratorio y análisis de celdas y dispositivos. En un segundo plano, pero no menor, correrá la causa abierta por Entre Ríos para esclarecer la desaparición del remisero. El resultado de los peritajes sobre lo secuestrado ordenará prioridades: desde eventuales pedidos de prisión preventiva y traslados hasta el cruce de información con Córdoba y Migraciones.