Polémica en redes: se declaró desierto un premio donde concursaron 1978 cuentos inéditos
Tras la difusión del veredicto del jurado del concurso de cuentos “Abelardo Castillo” de la Fundación La Balandra, integrado por ...
Tras la difusión del veredicto del jurado del concurso de cuentos “Abelardo Castillo” de la Fundación La Balandra, integrado por Sylvia Iparraguirre, Natalia Zito y Luis Mey, una polémica se desató en redes sociales. El primer premio, de dos millones y medio de pesos, fue declarado desierto. De los 1978 inéditos, el jurado de preselección había elegido veinticuatro y, entre estos, se seleccionaron siete finalmente, sin premiar a ninguno.
Para concursar en los certámenes de la Fundación hay que inscribirse en un registro de escritores o ser miembro de la entidad, que ofrece diferentes beneficios. La membresía cuesta entre $ 3500 y $9000 mensuales y cuenta con 3000 socios. Desde La Balandra indicaron que apoyaban la decisión del jurado, que se dio a conocer el lunes. “Somos una organización sin fines de lucro que no recibe ningún tipo de financiamiento público o privado y todas las actividades se solventan con la cuota de los socios”, informaron.
Hasta el 30 de diciembre sigue abierto el concurso de narrativa “Hebe Uhart”, con un jurado integrado por Carlos Chernov, María Inés Krimer y Kike Ferrari y cuatro millones y medio de pesos en premios.
Me sorprende que declararan desierto el concurso La Balandra. Hace poco fuimos jurados con Mariana Travacio y Pablo de Santis. Coincidimos en el buen nivel. De hecho, nos costó ponernos de acuerdo porque a cada uno le gustaba uno distinto. Pasaron ocho meses nada más, pero no se…
— Enzo Maqueira (@EnzoMaqueira) November 4, 2025El fallo del jurado –cuestionado por autores y lectores en redes sociales– está publicado en la página web de la Fundación. “Nos tocó la responsabilidad de integrar el jurado de un concurso de cuentos de la Fundación La Balandra que honra la obra de Abelardo Castillo y, por tanto, también su rigor como cuentista –señalan–. Decidimos, por eso y por unanimidad, declarar desierto el Primer Premio de este concurso: decidimos no bajar la vara de nuestra valiosa literatura argentina, invitarlos a escribir cada vez mejor, no renunciar al valor que tiene nuestra tradición literaria”.
Los escritores basaron su decisión en “una pormenorizada lectura de los cuentos de la preselección, atendiendo al uso de los recursos del lenguaje, dominio de la puntuación y sintaxis, comprensión de la estructura narrativa, construcción de los personajes y tratamiento del tema”.
“Lamentablemente, no encontramos en ninguno de los textos recibidos, conforme a lo que representa un premio literario, un dominio distintivo de las premisas básicas de la escritura de un cuento, o de la escritura literaria a secas. Consideramos que el cuento premiado debe alcanzar ese nivel de calidad que implica su distinción y posterior publicación. Encontramos, sin embargo, en los siete cuentos seleccionados, una calidad literaria en ciernes, una serie de textos en los que se lee una búsqueda de la belleza, un manejo de la tensión y la sutileza, una torsión literaria del tiempo, una interesante apuesta a expandir los límites del realismo. Elementos dignos de ser reconocidos y de encabezar esta invitación a no contentarse rápidamente”, reconocen.
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De los finalistas del certamen solo los que pagan la membresía de La Balandra recibirán $ 125.000, pero los siete cuentos serán publicados en una antología virtual (en las bases del premio se hablaba de un libro con el cuento premiado y otros diez finalistas).
“Los cuentos que seleccionamos pueden llegar a convertirse en grandes cuentos y, quién dice, detrás de ellos podemos esperar grandes autores, es nuestro mayor deseo; pero también sabemos que la calidad literaria es solo el resultado de mucho trabajo. Los invitamos a trabajar con constancia por nuestra literatura”, concluye el dictamen.
Los cuentos seleccionados son “Palabras esdrújulas”, de Lucía Lorda; “Valhalla”, de Juan Bautista Correa; “Ulises, el perro”, de Federico Aicardi; “El rey ha muerto”, de Federico Cristante; “Construcción”, de Orlando Restivo; “La quema”, de Lucas López Martín, y “La piba sapo”, de Virginia Acha. Algunos de estos autores tienen ya otros títulos publicados.
Consultado por LA NACION, el coordinador de la Fundación La Balandra, Gastón Fiorda, dijo que el veredicto debe interpretarse como “una invitación a seguir escribiendo, a leer con más atención, a corregir sin miedo y a no conformarse”. Y respaldó a los miembros del jurado, “en quienes depositamos nuestra plena confianza, otorgándoles la autonomía necesaria para evaluar y decidir sobre los veinticuatro cuentos que quedaron en la etapa final”.
“Durante años, la Fundación ha organizado concursos para alentar la creatividad y la participación de su comunidad literaria –aseguró–. Siempre hemos tenido el privilegio de premiar, editar y difundir el trabajo de los autores seleccionados. Hoy, por primera vez, nos encontramos ante la difícil tarea de anunciar un concurso desierto”.
Y finalizó: “Entendemos que esta decisión pueda generar cierto malestar, pero también creemos que puede abrir un espacio de reflexión sobre la dinámica de los concursos y sobre los modos en que se promueven y visibilizan las obras de los autores. Creemos que la literatura argentina atraviesa un momento de expansión, con autores que han alcanzado gran popularidad a nivel mundial. Sin duda, aprenderemos de esta experiencia, con la convicción de que este tipo de instancias nos ayudarán a mejorar nuestra tarea cultural”.
Federico Aicardi, uno de los finalistas, cuestionó en su cuenta de Facebook la decisión de publicar los nombres de los autores seleccionados sin consulta previa. “Yo no tengo nada en contra de los jurados, no conozco a ninguno –comienza–. Creo que es raro su dictamen. Escudarse en la supuesta opinión de un escritor que murió hace 30 años es, como mínimo, esotérico. Sí tengo algunas salvedades: vos podés declarar desierto un concurso por las razones que sean, hasta porque, para vos, no ‘querés bajar la vara de la literatura argentina’, pero publicar los nombres de 7 escritores diciendo que esos no son tan malos como los otros es un poco cuestionable. Más aún si venís defenestrando los 2000 cuentos que se presentaron diciendo que no tienen el conocimiento distintivo de la sintaxis, estructura, puntuación, etc.”.
Aicardi comentó a este diario que uno de los jurados había elogiado su relato en Facebook. “Cuentazo”, ponderó Mey. “Gracias, aunque el dictamen es muy doloroso”, le respondió el autor.