El silencio de Milei y Cristina ante su muerte fue el último premio para Jorge Lanata
“Respecto a la pregunta que le hiciste al Presidente, como sabrás, él solamente responde asuntos ligados a su gestión”, aseguró Amalia “Yuyito” González, pareja de Javier Milei, a trav...
“Respecto a la pregunta que le hiciste al Presidente, como sabrás, él solamente responde asuntos ligados a su gestión”, aseguró Amalia “Yuyito” González, pareja de Javier Milei, a través de un mensaje de audio ante una pregunta que el colega Ángel de Brito le había realizado al celular del mismo Presidente sobre su silencio ante la muerte de Jorge Lanata. Como si oficiara de vocera oficial, su pareja contestó una pregunta esperable que muchos periodistas también nos hicimos. Más allá de la anécdota que se hizo pública, cuesta normalizar que las parejas de los funcionarios contesten por ellos desde los teléfonos móviles de estos; con esta actitud quedaron expuestos dos rasgos ya característicos del presidente Milei: su poco respeto por el periodismo independiente y la necesidad constante de desprestigiar su labor. Con distintas maneras de actuar, pero con el mismo objetivo, sus formas en este aspecto también son similares a quien representa su antítesis política, la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Cristina y Milei hicieron silencio ante la muerte de Jorge, Lanata el periodista que fue un hilo conductor que atravesó los 40 años de democracia argentina, con un aporte extraordinario, con éxitos y fracasos, con muchos más aciertos que errores, pero marcando el ritmo de toda una etapa para el periodismo de habla hispana. El silencio de Cristina y Milei puede tener varios significados, Cristina lo hace porque vio en Lanata a un opositor, porque en su mejor momento, cuando el “vamos por todo” era más un objetivo que una consigna, chocó contra ese muro que le plantó Lanata investigando y denunciando uno tras otro los hechos de corrupción en su gobierno y, de alguna manera, puso a gran parte del periodismo, a excepción del llamado “periodismo militante”, a trabajar en esa dirección, nos desafió desde la ética al recordarnos que nuestra profesión tiene un compromiso moral con la verdad y los hechos, mucho más si estos son de la esfera pública y contienen ilícitos y negociados porque es sabido, aunque muchas veces algunos lo olviden, que el periodismo debe incomodar al poder, no rendirle pleitesía. Cristina jamás le perdonó a Lanata que sea él, y no la política, quien frenara su “Cristina eterna” y le diera a la oposición una chance de construir una opción de gobierno amparada en el desgaste y el cansancio que había generado la corrupción kirchnerista.
Milei no tardó mucho en llamar “mentiroso y ensobrado” a Lanata, como suele hacerlo sin aportar pruebas ni llevando denuncia alguna a la justicia, con el fin de aprovechar su inobjetable momento de bonanza política y reconocimiento social, para desacreditar a quien suponía, al igual que lo hizo Cristina Kirchner, podía “lastimar” su imagen con sus críticas. Lanata sí lo demandó y lo llevó a la justicia; era lo correcto. Como hace con todo el periodismo crítico, el actual presidente no tolera los alcances de nuestra profesión ni las preguntas incómodas, prefiere utilizar las redes, en muchos casos reposteando insultos, denuncias, señalamientos totalmente incomprobables amparados en la cobardía del anonimatos de las cuentas falsas, y de una gran cantidad de “voceros” que actúan en las redes sociales, sobre todo en X, la más politizada de todas, con el fin de establecer sus propias verdades aun cuando estas estén lejos de la realidad.
Los fanáticos de Milei y Cristina celebraron la muerte de Jorge Lanata. Como si se hubiesen puesto de acuerdo salieron con una voracidad y una insensibilidad tan irrespetuosa como asombrosa a “pegarle” a quien ya no se puede defender. Muchos kirchneristas que lo hicieron son incluso periodistas que militaron el kirchnerismo como su propia causa, mientras que los mileístias que afilaron su odio hacia la memoria de Lanata se sintieron más cómodos, como es su costumbre, haciéndolo con frases irreproducibles para el buen gusto y el respeto, utilizando en su mayoría cuentas anónimas, que cada tanto suelen recibir la bendición del líder libertario reposteando sus comentarios, casi siempre vejatorios hacia quien haya osado criticar al Gobierno.
Distintos modos de actuar pero con el mismo fin: desprestigiar y, si es posible, callar el trabajo de quien incomoda y desafía el poder de turno. Sus comportamientos, como la mayoría de los líderes populistas de derecha o izquierda, pero populistas al fin, son considerados hasta como una amenaza a la libertad de prensa y, como sucedió en otros gobiernos populistas de la región, a la democracia misma. En términos generales, los populistas buscan socavar la autoridad periodística, es una tarea preventiva, para que cuando llegue la denuncia o la crítica, ese portavoz ya esté desgastado por el mismo poder político que es destinatario de aquellas.
El kirchnerismo explotaba todo lo que podía los canales oficiales desde los medios públicos, pasando por el abuso de la cadena nacional hasta el Fútbol Para Todos, habitado por relatores y comentaristas militantes. Utilizaban el Estado como bien partidario. Milei tiene otro estilo, cambiaron los tiempos y los medios tradicionales perdieron influencia sobre la sociedad; la era de las redes los tiene como protagonistas, pero coinciden con el kirchnerismo en llevarse puesto todo lo que los incomoda, Aun así no olvidan al periodismo crítico, basta ver las llamativas salidas de muchos periodistas de larga trayectoria que se quedan sin aire solo por tener un perfil crítico ante el modelo libertario. Un signo de época que quizás deba suceder, pero hay que dejar constancia de ello; servirá para que en un futuro cercano recordemos cómo se atravesaron estos tiempos.
El silencio de ambos, Milei y Cristina, ante la muerte de Jorge Lanata pudo pasar desapercibido, después de todo no es una obligación institucional pronunciarse al respecto, pero ese mutismo dijo mucho sobre la escasa valoración que ambos tienen sobre el periodismo crítico e independiente y sobre cómo ven en él a un enemigo. Pero también tuvo algo positivo: que Javier Milei y Cristina Kirchner hagan silencio sobre la muerte del mejor periodista que atravesó este pequeño pedazo de historia argentina, solo habla bien de Jorge Lanata.
Un silencio que, después de todo, termina convirtiéndose en su último premio, un reconocimiento implícito a su trabajo, también, altamente merecido.