Clímax de Medianoche: el desastroso plan de la CIA para controlar la mente a través de encuentros íntimos y LSD
Finales de la década del ‘50. Una noche cualquiera, en San Francisco, una mujer que ejerce el llamado oficio más viejo del mundo se encuentra con un cliente en la calle y lo conduce hacia su ba...
Finales de la década del ‘50. Una noche cualquiera, en San Francisco, una mujer que ejerce el llamado oficio más viejo del mundo se encuentra con un cliente en la calle y lo conduce hacia su base de operaciones, en el número 225 de Chestnut Street en el barrio de Telegraph Hill.
Allí, el hombre se encuentra con una habitación agradablemente decorada, con láminas de Toulusse Lautrec en las paredes, un enorme espejo, velas encendidas y una iluminación de tonos rojizos. La señorita, además, le ofrece un cóctel a modo de bienvenida.
Luego del contacto íntimo, el hombre se siente distinto, raro, especialmente locuaz. Comienza entonces un diálogo con la prostituta que dura mucho tiempo. A través de las preguntas de ella, el hombre se abre y cuenta, sin reparos, muchas cosas acerca de su vida.
Clímax de MedianocheLo que este cliente no sabe es que, del otro lado del espejo, especialmente preparado para ello, hay agentes de la CIA que lo están observando. El hombre ha pasado a formar parte, involuntariamente, de un proyecto confidencial, de esa agencia de inteligencia estadounidense, que consiste en analizar los efectos del LSD -la droga introducida en el cóctel de bienvenida- en las personas, con la intención de sacarles información.
Este curioso plan oficial se llamó “Operación Clímax de Medianoche” y respondía a una obsesión de un sector de la CIA por lograr métodos de control mental para aplicar en los enemigos de Estados Unidos, especialmente los soviéticos, en el contexto de la Guerra Fría.
El ideólogo de este proyecto, que dio inicio en 1953, fue el entonces jefe de la CIA, Allen Dulles. Clímax de Medianoche fue solo una parte de todo un sistema más amplio de experimentación con drogas, hipnosis y electroshocks que se conoció como Operación MK-Ultra y que buscaba métodos para aprender a manipular mentalmente al enemigo.
Cómo lavar un cerebroEl interés de la agencia en desarrollar sistemas para, “lavar el cerebro”, como se decía entonces, surgió debido a que los estadounidenses estaban convencidos de que los enemigos comunistas ya sabían cómo aplicar eficazmente esos métodos en sus adversarios.
La prueba de ello eran los soldados norteamericanos que habían vuelto de la Guerra de Corea repitiendo consignas en favor del enemigo socialista y en contra de su propio país.
Para los miembros más importantes de la CIA la conducta de los soldados evidenciaba que, de alguna forma, habían sido trastocados mentalmente por los soviéticos o los chinos, que incluso podrían haber utilizado esos métodos para sacarles a sus prisioneros información confidencial.
Entonces, para poder competir con el enemigo del otro lado de la cortina de hierro en el terreno del control mental, la CIA ideó MK-Ultra, un proyecto para el cuál destinó unos 25 millones de dólares.
Una prueba poco éticaPero el operativo tenía un problema ético nada pequeño: las personas con las que se probaban las drogas o que se sometían a diversos experimentos invasivos no lo hacían de manera voluntaria.
Un químico que trabajaba para la CIA llamado Sídney Gottlieb fue el que se puso al frente de MK-Ultra. También fue el encargado de comprar para sus experimentos una enorme cantidad de LSD, o ácido lisérgico, una droga alucinógena que fue sintetizada por primera vez en Suiza, en el año 1938.
Así pues, en este gran escenario para la experimentación, Clímax de Medianoche se pensó con la intención de saber cómo el sexo y las drogas pueden actuar como un buen elemento para coaccionar el espíritu y extraer información secreta de las personas.
Un burdel lleno de trampasUn agente federal de la brigada narcóticos de San Francisco llamado George Hunter White fue el elegido para encabezar esta operación. Este, a su vez, delegó en uno de sus asistentes, Ira Feldman, el rol de proxeneta. Debía encargarse de la selección, protección y pago de las mujeres elegidas.
Lo primero que hizo White fue alquilar el departamento en Telegrpah Hill para convertirlo en un atractivo recinto para citas amorosas. Pero no uno cualquiera.
La sensual habitación con los pósters de las bailarinas de cancan del Moulin Rouge, las lámparas cubiertas de muselina colorada, los tapetes negros y las sábanas de seda escondía muchas trampas. Había micrófonos ocultos, grabadoras y, sobre todo, un espejo bidireccional detrás del cual los hombres de la CIA podían filmar, fotografiar y observar los encuentros (supuestamente) íntimos que ocurrían en la sala.
“No eran hombres de ciencia”En la pequeña habitación desde la cuál observaban los hombres de la agencia apenas había un baño portátil y una heladera llena de bebidas alcohólicas, según cuenta el periodista Stephn Kinzer en su libro Envenenadores en Jefe: Sidny Gottlieb y la búsqueda del control mental por parte de la CIA.
En su obra, este autor desmerece lo que fue este proyecto: “Operación Clímax de Medianoche no tuvo nada de científico. Los chicos no eran hombres de ciencia, no eran sexólogos ni psicólogos. Estaban sentados en un baño portátil bebiendo cócteles de una jarra”.
Las trabajadoras sexuales involucradas en este proyecto, siempre de acuerdo con las investigaciones posteriores, recibían unos 100 dólares por cada cliente que llevaban a Chestnut Street y una tarjeta del agente White para salir inmunes en caso de ser arrestadas por ejercer su oficio.
El momento para interrogarGuiadas por los agentes, ellas aplicaban a sus clientes, oportunamente drogados, diversos tipos de interrogatorios en varios momentos de la noche.
Lo que se buscaba con ello era averiguar, a través de cuestionarios inquisitivos y mensajes subliminales, en qué momento de la noche los hombres eran más vulnerables a la dominación mental para confesar sus secretos.
La mayor locuacidad del cliente se producía si su acompañante le pedía que se quedara un rato más luego de la relación. “Eso produce un efecto tremendo en el hombre. Es un estímulo para su ego si ella dice que fue realmente agradable y que quiere quedarse unas horas más”, explicó una fuente de la CIA en un testimonio que consta en el libro The Search of the ‘Manchurian Candidate’: The CIA and Mind Control, del exagente del Departamento de Estado de EEUU, John Marks.
“En ese momento, la mayoría de los hombres se vuelven bastante vulnerables -añadió el agente-, ¿de qué demonios van a hablar? No de sexo. Así que empiezan a hablar de sus asuntos. Es en ese momento que ella puede guiarlo con suavidad".
“Centro de operaciones carnales”Pero una experimentación con tan poco rigor científico, que además incluía drogas alucinógenas y amor de alquiler no podía de ninguna forma tener resultados positivos. Clímax de Medianoche pronto se desmadró.
El centro de expirementación, eufemismo para hablar del burdel, se convirtió en un antro de libertinaje para los agentes involucrados. Un lugar que el mencionado John Marks definió como un centro “de operaciones carnales de la CIA”.
Así estaban las cosas cuando en el año 1963, John Vance, uno de los empleado del Inspector general de la CIA, descubrió el empleo de LSD en acciones de la agencia a través de MK-Ultra y lo denunció a su jefe, John S. Earman.
Final del experimentoEste último, apelando a normas éticas que deberían llevarse adelante en toda investigación, indicó que ya no se podían probar fármacos ni utilizar otras técnicas de coerción en sujetos que no dieran su consentimiento.
De este modo, las actividades de MK-Ultra se cancelaron ese mismo año, aunque algunos historiadores afirman que las pruebas siguieron unos años más.
Todos estos escandalosos hechos realizados por la agencia de inteligencia de los Estados Unidos se conocieron en el año 1975, cuando una comisión del Capitolio, encabezada por el senador demócrata Frank Church, investigó el caso y lo hizo público.
Revelaciones oscurasEntonces pudieron conocerse varios detalles de lo que había ocurrido con MK-Ultra. Allí se supo que el nombre en clave para aquel burdel donde se experimentaba con LSD era “casa segura”.
También se conoció que los resultados del uso de la droga no eran inocuos. “Algunos de los sujetos enfermaron gravemente y fueron hospitalizados”, dijo en una de las audiencias el senador republicano Richard Schweiker.
Se reveló además que, más allá de los burdeles, también decenas de universidades e instituciones habían participado en estas pruebas de alucinógenos y otras sustancias químicas en personas desprevenidas.
El propio Gottlieb, a quien se acusó de deshacerse de varias pruebas, reconoció ante el Congreso que se había administrado LSD al menos a 40 individuos que no eran voluntarios. Incluyó en esta lista a presidiarios, y a los clientes de las “casas seguras”.
Se conoció también que uno de estos sujetos había fallecido al saltar desde la ventana del décimo piso de un hotel y que muchos otros declararon haber padecido o padecer todavía daños psicológicos severos.
¿La CIA creó el hippismo?El LSD es una droga que, aún consumida en pequeñas dosis, altera el sentido del espacio y el tiempo y genera todo tipo de alucinaciones, tanto visuales como auditivas. Uno de los experimentos de MK-Ultra era, precisamente, organizar fiestas que se denminaban “pruebas de ácido”.
El resultado de todo esto fue que el operativo de la CIA se cerró pero el ácido lisérgico había llegado para quedarse. Según informa el medio de divulgación estadounidense, el letrista del grupo de rock psicodélico Grateful Dead, Robert Hunter y el poeta Allen Ginsberg, referente de la generación beat, consumieron por primera vez esta droga dentro de uno de los proyectos de MC-Ultra.
Por su parte, el escritor Ken Kesey, autor del libro Alguien voló sobre el nido del cuco (Atrapado sin salida) e integrante de la banda hippie “Los bromistas alegres” aseguró que la primer vez que probó dicho alucinógeno fue en un hospital de California, cuando participaba, sin saberlo, de un experimento llevado adelante por la CIA.
De acuerdo con estos datos, los experimentos de la agencia de inteligencia de los Estados Unidos, habrían sido los precursores de la droga que tuvo relevancia en el desarrollo de los grandes movimientos contraculturales de los 50 y 60, como el beatnik, el hippismo y la psicodelia. Todo una paradoja.