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Alan Clutterbuck, impulsor de la Boleta Única: “Toda fuerza política sabía que, si la gente quería, los iban a poder votar”

El domingo 26 de octubre se utilizó por primera vez la Boleta Única de Papel (BUP) a nivel nacional. Fue el resultado de un trabajo que comenzó hace décadas para Alan Clutterbuck, presidente de...

El domingo 26 de octubre se utilizó por primera vez la Boleta Única de Papel (BUP) a nivel nacional. Fue el resultado de un trabajo que comenzó hace décadas para Alan Clutterbuck, presidente de la Red de Acción Política (RAP) y uno de los impulsores del nuevo sistema de votación. Se involucró en la lucha por la reforma electoral en 2001 y, desde entonces, se dedicó, junto a diversas organizaciones de la sociedad civil, a juntar firmas en apoyo a su propuesta, reunirse con dirigentes de distinto color político y difundir los beneficios de su propuesta.

Está convencido de que, así como se pudo llegar a consensos nacionales para aprobarlas, también se debe avanzar en esta dirección en las provincias que aún usan la boleta partidaria, como Buenos Aires.

En una entrevista con LA NACION, Clutterbuck celebró la instrumentación de la BUP y reflexionó sobre los principales desafíos del nuevo sistema en un contexto de apatía y polarización política. Relativizó las críticas por el crecimiento del voto nulo y reivindicó la capacitación sobre el método para sufragar.

–¿Cuál es su balance general respecto de la aplicación de la BUP en estas elecciones?

–Es muy positivo porque lo pudimos hacer. El éxito es haber garantizado que no había chance de que no pudieras votar a la persona que quisieras porque estaban todos los datos en la misma boleta. Esto antes no pasaba. En la elección presidencial del 2007, por ejemplo, hubo siete candidatos presidenciales que salieron a denunciar que les robaron las boletas y, si miras la historia, todos los partidos políticos denunciaron en algún momento “nos robaron boletas”. Eso se acabó y toda fuerza política, por más chiquita que sea, sabía que, si la gente quería, los iban a poder votar. Son derechos básicos y un éxito enorme para la ciudadanía. Y la verdad es que funcionó bien. Salvo alguna crítica de tinte político, no se escucharon problemas. Muchos fiscales de mesa nos dijeron que les simplificamos la vida un montón. Eso es un éxito. Temas a mejorar siempre va a haber porque es una primera experiencia. Se vio en algunos casos de provincias donde se votaban dos categorías algo más de voto en blanco , pero es por falta de uso y costumbre.

–¿Faltó capacitación para evitar ese tipo de situaciones?

–Yo creo que siempre se puede hacer más, pero la verdad es que había mucho material de la Dirección Electoral y la Cámara Nacional Electoral, hasta videos que circulaban por redes sociales. Los medios tenían secciones especiales en digital donde explicaban el tema. Creo que después está también la responsabilidad nuestra como ciudadanos de anoticiarnos de cómo uno tiene que votar y cuáles son las opciones. Creo que la apatía tiene mucho que ver con esto.

–En este contexto de apatía, ¿por qué se decidió no incluir un casillero para votar en blanco?

–Esa es una discusión de una biblioteca partida en dos. Había realmente dos discusiones de ese tipo. Una era la opción de poner un casillero en blanco y la otra era poner lista completa. El proyecto original incluía la posibilidad de poner lista completa. Cuando se traba en el Senado, la forma en la cual se destraba es sacando eso y Diputados lo ratificó. Y con el voto en blanco hay gente que prefiere tenerlo (al casillero) y gente que dice que no porque genera más confusión, que marquen nada y listo. Yo no tengo una opinión formada y me parece que no es una discusión tan grave.

–Más allá del caso puntual de las ocho provincias donde se elegían dos categorías, el voto en blanco cayó a nivel nacional, ¿cree que la falta de ese casillero pudo haber influido?

–Es raro. Yo creo que el clima político a lo mejor llevó a que haya menos voto en blanco. Fue una elección que se polarizó bastante y esa polarización a lo mejor llevó a que haya menos gente que decidiera votar en blanco, pero ya son supuestos.

–En esta elección también aumentó el voto nulo. ¿Qué factores pudieron haber contribuido a esto?

–Hay que mirar bien las boletas. Me mandaron fotos de boletas en las que escribían “son todos chorros” y era voto anulado. Otros que la cortaban y también era voto anulado. Y en otros casos, a lo mejor, habrá sido que marcaron mal, pero todavía no he visto información como para poder decir bien a qué se debe eso. Creo que hay que esperar a analizarlo y ver qué se hace para tratar de corregirlo. Ahora, si es voto anulado por voluntad social, porque la gente está diciendo “estoy enojado”, no se puede hacer mucho más que mejorar la calidad de la política.

–¿Qué herramientas había para evitar la impugnación, siendo que, con agregar una cruz al momento del recuento, se podía anular el voto?

–Cuando vos hablás con los políticos territoriales te dicen que impactó en el voto cadena. También se sabía que antes (con la boleta partidaria) el robo de boletas existía. Ahora, esas triquiñuelas se te reducen drásticamente y entonces se te reduce la necesidad de fiscalizar , pero sí tenés que fiscalizar el recuento. Con el sistema actual, necesitás tener fiscales al momento del recuento para evitar que te pongan una segunda cruz e impungnen. Tu responsabilidad como partido político es tener una cierta estructura para poder cuidar el voto al final del día. Después hay otras recomendaciones sencillas: una sola persona que es el presidente de mesa manipula las boletas, no hay biromes en la mesa. Siempre puede haber alguna trampita, pero se minimiza muchísimo.

–¿Qué otros desafíos tuvo esta primera instrumentación de la BUP?

–Yo creo que el principal desafío fue aprobarla porque uno mira y fue sencillo votar. La gente dice “llegué, no había mucha fila” y es de sentido común ver que esto es mucho más fácil que antes y te garantiza derechos que antes no estaban garantizados. Y tardamos más de 20 años en poder hacer esto. Las resistencias fueron una dificultad. Hubo varios proyectos de ley que se presentaron antes y no se impulsaron en parte por miedo a dejar el status quo, en parte porque no estaban seguros de cómo les iba a afectar políticamente. Otra parte porque sabía que los iba a perjudicar porque sabemos que hay pequeños negocios alrededor de las impresiones de boleta. Esos pequeños kioscos que lamentablemente en la Argentina se ven seguido y ahora desaparecieron. Y hay que destacar, en este sentido, el trabajo muy fuerte y articulado de la sociedad civil. Tuvimos un colectivo de muchas organizaciones prestigiosas como Cippec, Poder Ciudadano o Conciencia y todos empujábamos, con mucha articulación con los medios, para instalar en la discusión pública la necesidad de cambiar el sistema de votación. Esto te garantiza el derecho a elegir y ser elegido, pero también una reducción de costos y es mucho más sustentable.

–¿Es realmente más económico que el sistema anterior?

–Hay que hacer el cálculo y hoy todavía no están los datos. Yo creo que hay que medirlo. Cuando mirás la boleta individual está claro que la actual (la BUP) es más cara porque tiene dos faces. Ya simplemente por eso es más cara. El tema es que ahora se imprime un padrón más el 5%. Antes se imprimían mínimo cinco padrones y le tenían que dar la plata a los partidos para que impriman muchísimas boletas, desaparecía un montón de plata, había otra logística de distribución. Hay que mirar el costo agregado total de eso y hacer el número bien. Si miramos la experiencia de Mendoza (que ya tenía BUP para cargos locales) comparada, te da un ahorro, dependiendo la fuente que tengas, de 15% o más. Y más allá de eso, como decía Daniel Zovatto, que es un experto en temas políticos, ‘la democracia no tiene precios, pero tiene costos’ y acá tenemos todo el convencimiento de que es más barato y de que estamos garantizando que vas a poder votar al partido que quieras.

–Al condensar todos los partidos en una misma boleta y no tener las listas completas, ¿no se favorece la personalización?

–De 24 distritos, en 21 no había más de cinco puestos disponibles por cada cargo. Para el Senado eran tres y en ninguna provincia más que en tres se elegían más de cinco diputados. Entonces figuraba toda la oferta electoral en la boleta. El problema es de tres distritos y la forma en la cual se soluciona eso en el mundo es con el afiche, que es lo que se hizo acá y te permite mostrar todo. Después pueden decir “la letra estaba muy chiquita”. Se puede ampliar, es materia opinable y habría que mirarlo. Estaba fácil identificar para mi gusto a quién se quería votar. Hay gente que dice que resaltó más la visualización del espacio político que las caras y eso le devolvió al partido lo que se pensó que la foto del personaje generaba. Este diseño le dio mayor peso a la fuerza política.

–¿Y ese mayor peso del sello pudo haber influido en la baja cosecha de los partidos más chicos?

–No veo por qué sería muy distinto a lo que fue antes. Se garantizó que una fuerza que surge nueva iba a estar siempre, que la persona iba a tener esa opción adelante. Cuando sos una fuerza nueva, tenés que instalar tu nombre, tu logo, tu imaginario frente a la gente. Es como un producto nuevo que lanzás al mercado en el mundo privado, pero no veo que este sistema te perjudique. Al contrario, creo que mejora tus chances. Sí es difícil para una fuerza chica instalarse en un medio hiperpolarizado, eso es parte de la realidad política. Las dos grandes fuerzas crearon un clima de polarización y la sociedad compró ese clima.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/politica/alan-clutterbuck-impulsor-de-la-boleta-unica-toda-fuerza-politica-sabia-que-si-la-gente-queria-los-nid02112025/

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