Ahora, el gobierno de los Milei
Apenas el gobierno de La Libertad Avanza ganó las elecciones, el secretario del Tesoro norteamericano, Scott Bessent, que vive con media cabeza puesta en Buenos Aires, emitió un tuit en el que de...
Apenas el gobierno de La Libertad Avanza ganó las elecciones, el secretario del Tesoro norteamericano, Scott Bessent, que vive con media cabeza puesta en Buenos Aires, emitió un tuit en el que decía que el oficialismo argentino ampliaría su coalición. Pasó una semana desde la victoria de Javier Milei. Todos los indicios de los movimientos de piezas que realiza el Presidente junto a su hermana, Karina, generan la imagen de que el Ejecutivo no incorporará alianzas con otros partidos y fuerzas políticas sino que, más bien, va a insistir, con toda lógica, en la estrategia y el armado de la campaña electoral: reforzar la propia identidad, ser más parecidos a sí mismos e insistir en un estilo muy dominado por el personalismo. En caso de haber caras nuevas, se deberá a lo que los politólogos llaman “cooptación”, que significa pinzar a alguien externo y convertirlo a un integrante del propio grupo.
Odisea Argentina - 3 De Noviembre 2025La ampliación de la coalición que pide Bessent está asociada con lo que, se supone, serán los próximos dos años del Gobierno. La administración Milei ha tratado, al igual que hizo Mauricio Macri al comienzo de su mandato, de normalizar los precios por la vía del combate a la inflación y la regularización de tarifas de servicios públicos. Todavía hay un precio estratégico que está en discusión: el precio del dólar. La idea de esta política es, una vez lograda esa normalización, bajar determinados costos para que la inversión privada pueda fluir y la economía se mueva. Esta hoja de ruta requiere de algunas reformas y, por lo tanto, de alinear al Congreso con la Casa Rosada. Reforma laboral y tributaria parecen ser dos de los proyectos que están en la agenda del oficialismo para las sesiones extraordinarias en enero.
Para ello se requiere hablar y pactar con otros. En consecuencia, hubo una reunión con gobernadores el pasado jueves y se abrió un espacio de negociación con fuerzas políticas con otro modo de pensar y ver la cosas. Todo esto trae consigo un signo de interrogación central y difícil de resolver: ¿Hasta dónde quién está en minoría en el Congreso, como es el caso de La Libertad Avanza, puede proponerse una reforma radical o de shock y no está obligado en las negociaciones con otros a adoptar alguna forma de gradualismo?
Las designaciones que se están produciendo dan la pauta de que el Gobierno busca mantener una identidad y que Milei quiere ser obedecido. Los nombramientos de los últimos días, y más que nada los de este fin de semana, son un anticipo de cómo van a ser las relaciones con el mundo externo y muestran una idea de un nuevo equilibrio o formato interno en la conducción del Ejecutivo. Sí uno se retrotrae al escenario previo a las elecciones, el canciller Gerardo Werthein decidió dar un paso al costado. El Gobierno designó a Pablo Quirno, que entonces cumplía funciones como secretario de Finanzas, en el Ministerio de Relaciones Exteriores. No fue una decisión al azar. La administración Milei gira en torno a las finanzas y su principal política exterior es la relación con Estados Unidos y el Tesoro norteamericano. El Presidente encuentra en Quirno racionalidad, además de que tiene una excelente relación tanto con Santiago Caputo como con Karina Milei, vínculo que se habría fortalecido durante un viaje a Canadá. Su reubicación podría ser vista como un guiño a menor apertura y un repliegue. Si uno quiere armar una coalición, la Cancillería sería un lugar ideal para una figura externa.
Respecto de la Jefatura de Gabinete había todo tipo de rumores y versiones en los diarios sobre el posible desembarco de Santiago Caputo, el “Mago del Kremlin”. Manuel Adorni, quien finalmente fue designado, es lo contrario al diálogo. Es alguien que cierra cada uno de sus posteos con un “Fin”, es decir, “se acabó la conversación”. Un peleador que defiende las posiciones del Gobierno y que se para en la línea de combate y no de acuerdo. Ganó la Capital, se convirtió ahora en candidato testimonial y pasa a la cartera que pertenecía a Guillermo Francos. Desde el Gobierno aclaran que su rol no será el de relacionarse con el mundo exterior sino coordinar a los ministros, una especie de jefe de Gabinete “encapsulado” que le corta el camino a Caputo y que refuerza el poder de Karina dentro de la conducción de este oficialismo.
La llegada de Diego Santilli al Ministerio del Interior es un caso típico de cooptación. Si hay alguien a quien no hubiera propuesto Mauricio Macri como funcionario de este gobierno o cualquier otro es al mismo Santilli, con el que tiene una pésima relación. Es la representación de la incorporación de alguien de otro partido para que se convierta en alguien del propio partido. Es, además, una suerte de réplica de lo que pasó con Patricia Bullrich o el ministro de Defensa, Luis Petri.
En este nuevo esquema de poder, no se sabe dónde quedará Santiago Caputo. Así como la presencia de Adorni desmiente la versión de que pudiera ser jefe de Gabinete, la presencia de Santilli desmiente la versión que corría de que podía crearse una gran secretaria de gobierno donde estaría el Ministerio del Interior y que estaría compuesto por áreas de la administración en las que influye “El Mago” como, por ejemplo, Transporte. Resta ver si esto encarna en una realidad o era meramente una fantasía de los amigos de Caputo.
Milei, en las tensiones internas entre Karina y su entorno -Sebastián Pareja, Lule y Martín Menem-, y Santiago Caputo, privilegió a su hermana. Uno tiene que hacerse una pregunta y no ser ingenuo: ¿Es Karina Milei o es Javier Milei el que se veía sometido a aquellas tensiones y, enmascarado detrás de su hermana, produjo ajustes en beneficio propio? ¿Quién tenía problemas con Santiago Caputo: Karina o el Presidente? No lo sabemos. Durante la reunión de Gabinete de este lunes, el Presidente se dio un abrazo eterno con su asesor.
La figura de Santilli es importante. El lunes pasado comieron en Olivos el Presidente, el ahora ministro del Interior, su esposa y Karina Milei. No estaba Santiago Caputo. Probablemente allí se comenzó a hablar sobre Santilli como ministro. Alguien más cercano a Karina que a Javier Milei. Con el Presidente hablaban poco en la campaña, hasta que alguien vinculado al mundo material de Santilli y a los Menem, Fernando Elias, que en su momento fue también vicepresidente del Banco Ciudad, estableció un túnel importante que explicaría semejante depósito de confianza de los Milei en Santilli.
Hay dos señales de que con Macri quedó todo roto. La primera es la salida de Guillermo Francos, quien pensaba en armar una coalición. Esa idea hoy quedó trunca en el nuevo diseño del Gabinete. Su salida da a entender que ese modelo a Milei no le interesaba. El propio Macri se encargó de emitir un mensaje muy duro, que da a entender que el encuentro con el Presidente fue malo, respecto de la renuncia de Francos, a quien veía como un socio en un posible nuevo oficialismo. Queda claro que con Macri hay un corte. Francos se fue con argumentos similares a los de Werthein. Cuando dejó la Cancillería, pidió una reunión con Karina y Javier Milei para dejarles en claro que su decisión de dar un paso al costado respondía al agotamiento que le provocaban las operaciones de prensa llevadas adelante por Santiago Caputo. El exjefe de Gabinete no nombra a Caputo en su carta de despedida, pero alega haberse cansado de leer tantos artículos sobre su potencial salida.
El desembarco de Santilli también profundizó el quiebre de la relación con Macri. El vínculo entre Santilli y el expresidente ya era pésimo cuando el flamante ministro del Interior se desempeñaba como ministro de Espacio Público de la Ciudad. Macri estuvo a punto de echarlo varias veces, pero le recomendaban que no lo hiciera. Por eso le intervino la cartera por medio de Edgardo Cenzón, quien terminó haciendo negocios con el entorno de Santilli en el área de las droguerías.
¿Qué representa la incorporación de Santilli al Gabinete? Uno podría observar un modelo del pasado: Néstor Kirchner y Eduardo Duhalde. El 25 de mayo de 2003, en su primera noche en el poder, Néstor se reunió con Julio de Vido, quien le anticipó que al otro día se vería con Alberto Balestrini, intendente de La Matanza, y Hugo Curto, de Tres de Febrero, para desmantelar al duhaldismo. Balestrini y Curto eran dos piezas claves del manejo de Duhalde en el conurbano.
Pero la incorporación de Santilli se parece más a otras decisiones de Néstor Kirchner. Por ejemplo, traerlo a José “Pepe” Pampuro y a Aníbal Fernández, ambos del entorno más íntimo de Duhalde, y pedirles -veremos si esto se produce ahora- que criticaran a su antiguo jefe como muestra de lealtad al nuevo jefe. No tiene nada de sorprendente. Fue escrito por Maquiavelo en El Príncipe en el siglo XVI: Lo primero que tiene que hacer quien llega al poder es liquidar a aquel quien lo ayudó a llegar. Kirchner a Duhalde y Milei a Macri. Esto es lo que está pasando y demuestra que el Presidente es un político mucho más clásico de lo que demuestra ser.
Hay que preguntarse ahora respecto de los pensamientos de Karina Milei y los Menem. Werthein se fue hablando de operaciones en su contra y Francos dio el portazo quejándose de las versiones que lo daban como desalojado del poder, todo atribuido a Santiago Caputo. ¿Karina y los Menem creen lo mismo respecto de los audios de Spagnuolo? El periodista que los dio a conocer, Mauro Federico, aseguró que el material fue escuchado por Caputo antes de poder escucharlo él mismo. De esta manera, sembró una duda sobre por qué el asesor no avisó a los Milei o destruyó las grabaciones. Dentro del Gobierno sigue habiendo enfrentamientos importantes que Milei está tratando de zanjar simulando que le está dando poder a su hermana.
Mauricio Macri está atrapado. Según una encuesta de Casa Tres, de Mora Jozami, hay poco espacio para la diferenciación entre el expresidente y Javier Milei. 48% de los encuestados tiene una imagen negativa de ambos respecto de un 30% que tiene una percepción positiva de los dos y un 22% que se decanta por uno o el otro. Significa que la base de Macri se parece mucho a la Milei, lo que le impide por ahora estar con su propia gente en otro lugar que no sea el oficialismo.
Hay una peculiaridad en todo esto: cuanto más macrista alguien es, más le gusta Milei. El entorno de Macri, los amigos del Newman, son quienes celebran -con toda ingenuidad- la labor de Milei y aplauden que esté haciendo todo lo que ellos no pudieron. Este es un problema para Macri, que debe apostar, si quiere diferenciarse, a que haya desencanto con Milei.
Este conflicto se proyecta sobre el Congreso. Ahí está Cristian Ritondo, presidente del bloque del Pro. ¿A quién va a consultar en las votaciones sobre lo que hay que hacer? ¿A Macri o a Santilli? ¿Quién va a fijar la línea del Pro en la Cámara de Diputados? Es importante esto, porque cuando Milei anuncia que Santilli va a ser su ministro del Interior también aclara que va a tener la responsabilidad de las relaciones con el Congreso y con los gobernadores. Le da un poder enorme.
Ahí también hay que pensar cómo leyó Santiago Caputo esa atribución de responsabilidades a Santilli, porque es evidente que Caputo quería tener un vínculo con el Congreso. De hecho, a su amigo norteamericano, Barry Bennett —supuesto asesor actual de Donald Trump, no sabemos si lo es, daría la impresión de que no cuando uno mira su biografía—, lo llevó a hablar con diputados amigables de la oposición como Miguel Pichetto, Ritondo y Rodrigo de Loredo. Es decir, había un intento de Santiago Caputo de proyectar su poder sobre el Congreso y ofrecerle a Milei un vínculo que logre sacar esas reformas que el Gobierno pretende aprobar ahora en el verano. Aparentemente lo corrieron de ahí. También tenía un vínculo con los gobernadores, tanto Caputo —que además tiene varios clientes gobernadores en su consultora— como Manuel Vidal, que es la mano derecha e izquierda de Caputo. Muchísima vinculación con los gobernadores. Ahora los gobernadores le dijeron: hay que hablar con Santilli.
Y pasó algo más para Caputo este fin de semana, este lunes específicamente. Él venía ofreciéndole a Milei casi la exclusividad de la relación con los Estados Unidos. Probablemente este fue uno de los motivos de conflicto con el canciller Werthein. Peter Lamelas, el nuevo embajador de Estados Unidos, presentó este lunes sus cartas credenciales con el canciller Quirno. Eso quiere decir que ahora hay en Buenos Aires una voz oficial de Washington. Habrá que ver si coincide o no con la de Bennett.
Hay una anécdota que cuenta gente muy bien informada que dice que cuando Milei se encontró en Naciones Unidas con el secretario de Estado de los Estados Unidos, con Marco Rubio, le habló de cuestiones que tienen que ver con minería, con distintos negocios en los que serían favorecidas empresas de Estados Unidos y le dijo que el Gobierno iba a cumplir en todo aquello que les habían pedido a cambio del apoyo económico. Sin embargo, Marco Rubio le habría respondido que ellos lo único que pidieron fue apoyo en la política frente a Venezuela. Entonces, ¿alguien le dio una información equivocada a Milei? Aparentemente fue Barry Bennett. Teléfono descompuesto con Washington, que ahora se tiene que normalizar, porque ahora hay un embajador de Trump en Buenos Aires que habla con Quirno.
Aquí la pregunta es hasta dónde la aspiración de Santiago Caputo de controlar el vínculo con Washington no va a entrar en contradicción con Pablo Quirno, que debe ser el responsable de esa relación y que, por su temperamento, debe ser bastante celoso de sus atribuciones.
Ahora volvemos al tuit de Milei que dice: Santilli ministro, Santilli relaciones con el Congreso, Santilli relaciones con los gobernadores. Primero, las relaciones con los gobernadores son relaciones de plata. Santilli va a tener que negociar cuestiones de dinero, fiscales, obra pública. Va a tener que prometer y cumplir. Hay una frase muy divertida que se le atribuye a Santilli que dice: “Prometer, prometer, prometer hasta meter. Y una vez metido, nada de lo prometido”. Picardía del negociador. Habrá que ver si los gobernadores le aceptan ese método y habrá que ver si los gobernadores aceptan hablar solo con el ministro del Interior, porque esa ha sido una experiencia bastante frustrante en los últimos dos años. De hecho, Guillermo Francos, después de la derrota en la provincia de Buenos Aires, cuando se reunió por primera vez con gobernadores, lo tuvo que traer a Luis “Toto” Caputo, el ministro de Economía, para que él se comprometa a cumplir con las cosas que se pactan.
Entonces cabe una pregunta esencial: ¿hasta dónde es posible sacar las reformas del Congreso en acuerdo con los gobernadores sin flexibilizar la política fiscal? Otra noción del gasto, otra noción de la obra pública. Vuelve la pregunta original: ¿hasta dónde sacar reformas del Congreso, si se está en minoría, no obliga al Gobierno a cierto gradualismo proveniente de la negociación, que va a ser negociación de dinero?
Hay otra dimensión de la relación con el Congreso que es crucial, que es la relación con el Senado. A Santilli le dijeron que tiene que relacionarse con Diputados y con el Senado. Y es importante porque de la Cámara alta depende la designación de miembros de la Corte Suprema, el acuerdo de 120 jueces que están en espera de ser aprobados. Hay que designar al procurador general de la Nación, que tiene un poder extraordinario: es el jefe de todos los fiscales, en un momento en que la Justicia va hacia un sistema penal donde las causas las dirigen los fiscales.
Todo esto el Gobierno lo venía negociando con el kirchnerismo, con la persona que más confianza consigue tener de Cristina Kirchner en materia judicial: se llama Juan Martín Mena, y es el ministro de Justicia de la provincia de Buenos Aires, de Axel Kicillof. Mena venía dialogando durante todo este tiempo con el segundo del Ministerio de Justicia, Sebastián Amerio, el corazón, los ojos, las manos de Santiago Caputo dentro del Ministerio de Justicia. Ambos venían pensando en cubrir la Corte y, eventualmente, en que Amerio sea el procurador de la Nación. ¿Una fantasía de Amerio? ¿Seguirá esa negociación?
Hay que prestar atención a otro detalle. El viernes anterior a las elecciones, después de que lo hiciera el canciller Werthein, Mariano Cúneo Libarona anunció su retiro. Quería irse a Alemania, aparentemente a operarse una rodilla. Dicen que, además, tiene otros afectos en Alemania. Pero Karina Milei le dijo que se tenía que quedar hasta febrero. Dicen que lo hizo para que ascienda Amerio, el hombre de Santiago Caputo.
Esto lo están mirando desde el kirchnerismo y se preguntan: ¿estamos negociando con gente que está convalidada o tenemos que esperar a ver quién es el hombre de Milei en materia judicial? Esto es crucial para Milei, para Karina Milei y para los Menem, si es que sospechan que Santiago Caputo estaba filtrando alguna información inconveniente sobre ellos.
Es también una novedad para Guillermo Montenegro, el intendente de Mar del Plata, que pensaba ser ministro de Justicia. ¿Será? ¿Sigue Amerio negociando o entrará Santilli a la cancha para negociar con otros actores, por ejemplo, los gobernadores y relegar a Cristina Kirchner, que este jueves tiene que afrontar el comienzo del juicio por la causa Cuadernos? Es importante todo esto, sobre todo porque para designar jueces comunes se necesita nada más que mayoría simple, no dos tercios como para el procurador o para la Corte.
Para entender todo esto, hay que observar algo muy interesante que sucedió el fin de semana: la carta que escribió Cristina Kirchner y publicó el viernes. Está destinada a sus seguidores, que están desconcertados por la derrota. Ella da los argumentos de todo líder: responde a las preguntas de dónde venimos y hacia dónde vamos. En esa carta, Cristina dice que van hacia un problema que tiene que ver con que el Gobierno va a intentar quebrar al peronismo. Lo dijo el viernes. Y el domingo anuncian que el ministro del Interior es Santilli, alguien que entiende al peronismo, al Congreso, a los gobernadores como nadie. Y, ojo, también a los intendentes del conurbano, muchos de los cuales deben tener ganas de estar cerca del calor del poder.
Estaba bien orientada Cristina Kirchner, porque una de las misiones que tiene Santilli, cuando le piden que se haga cargo del Congreso y de los gobernadores, es quebrar al peronismo. En ese clima, ¿se puede pensar que el Gobierno va a pactar con Cristina Kirchner en un nuevo esquema de poder en la Justicia?
Hay algo más en esa carta. Una vez más —como en febrero del año pasado—, Cristina dice algo que pasa casi sin pena ni gloria. Es como si ni los propios se dieran cuenta de lo que está diciendo. Afirma que hay que cambiar la concepción del propio kirchnerismo sobre política fiscal, la política de seguridad y la política laboral. Dice: el mundo es otro y las relaciones de trabajo son otras. Obviamente no propone hacerlo como Milei, no quiere una reforma liberal. Pero está hablando de que hay que desprenderse del esquema con el que el kirchnerismo llegó hasta acá. Este era el programa que uno suponía que iba a tener Kicillof en su enfrentamiento con Cristina. Pero lo tiene Cristina en su enfrentamiento con ella misma. Vivísima.
El miércoles va a haber una nueva conducción de la CGT. Una conducción preparada y pensada para pedir a los gobernadores, y eventualmente al Pro y a los radicales, alguna forma de defensa del sindicalismo frente a la reforma que quiere impulsar Milei. El kirchnerismo, que dice que hay que modernizar las relaciones laborales, ¿dónde va a estar parado en esa discusión? Gran dilema para Cristina, porque no le gusta Milei, pero tampoco le gustan “los Gordos” de la CGT.
Fuente: https://www.lanacion.com.ar/politica/ahora-el-gobierno-de-los-milei-nid04112025/